¿Cómo recuerdas tus primeros días en AITEX?

Los recuerdo con mucha expectación, ilusión y ganas de comenzar. Tenía muchas ganas de conocer mis funciones, aprender a hacerlas bien y de integrarme en el equipo. En realidad, ya conocía a parte del personal, porque en 1986 venía una vez por semana a dar clases de inglés a los trabajadores. Esa experiencia previa me permitió sentirme algo más cercana desde el primer día. Firmé contrato el 9 de noviembre de 1987, y desde entonces he vivido una etapa profesional larga y muy enriquecedora. Empezar en AITEX fue el comienzo de un camino que ha marcado mi vida.

En aquel momento, ¿imaginabas que AITEX alcanzaría el nivel de liderazgo e influencia que tiene hoy en día?

No, sinceramente no podía imaginarlo. AITEX era entonces un centro pequeño, con recursos limitados, pero con una gran voluntad de crecer. Lo que sí percibíamos era el compromiso, la dedicación, la ilusión y el esfuerzo compartido. Cuando se trabaja con pasión, con un verdadero sentido de propósito, los resultados llegan. Y así ha sido. Gracias al trabajo en equipo y a la implicación de muchas personas, AITEX ha llegado a ser un referente nacional e internacional en innovación, investigación y servicios tecnológicos.

La nueva sede fue un hito importante para AITEX. ¿Cómo fue para ti dejar la sede de Emilio Sala? ¿Cómo viviste el cambio?

Fue un proceso emocionante y a la vez nostálgico. Fui testigo de cómo se iban trasladando personas y equipos poco a poco, hasta que en la primera planta quedamos apenas tres personas. Ver despachos, laboratorios y salas completamente vacíos fue muy duro, después de 36 años en ese edificio. Habíamos vivido tantas cosas allí… Pero el cambio también trajo consigo una gran emoción. Recuerdo la primera vez que entré en la nueva sede y dije: “¡Madre mía! ¡Qué pasada!”. Fue impactante. Un nuevo comienzo, con unas instalaciones modernas y preparadas para afrontar nuevos desafíos

Has visto crecer a la plantilla de unas pocas personas a más de 400 trabajadores. ¿Cómo describirías ese crecimiento humano y profesional?

Creo que fui la trabajadora número 9 de AITEX, imagínate lo que significa ver cómo hoy somos más de 400. Al principio, éramos como una pequeña familia: todo el mundo se conocía, se compartían experiencias personales y profesionales en un ambiente muy cercano. Con el tiempo, ese núcleo fue creciendo hasta convertirse en una gran familia numerosa, con el mismo espíritu de colaboración y compromiso. Ha sido un crecimiento sostenido, profesionalizado, pero que no ha perdido la esencia de lo que éramos en los inicios.

AITEX ha sido el lugar donde has construido toda tu vida personal y carrera profesional. ¿Qué ha significado esto para ti en todos los niveles?

AITEX ha sido mi casa durante toda mi vida laboral. Aquí he vivido momentos muy importantes, tanto profesionales como personales. He compartido muchas vivencias y confidencias con mis compañeros, y he sentido su apoyo, especialmente en etapas difíciles de mi vida personal. Profesionalmente, he tenido la suerte de trabajar en dos departamentos: Información y Documentación, y actualmente en Secretaría. Aquí sigo, con la misma motivación, aprendiendo y creciendo cada día. AITEX me ha dado estabilidad, desarrollo profesional y, sobre todo, un entorno humano inigualable.

¿Qué valores o experiencias de AITEX te han marcado más profundamente en estos 40 años?

Lo que más me ha marcado han sido los valores de profesionalidad, trabajo en equipo y compañerismo. Son principios que han estado siempre presentes en el día a día. En AITEX he aprendido que el compromiso colectivo es clave para alcanzar objetivos comunes. También he vivido experiencias que me han hecho crecer como persona: desde la adaptación a nuevos retos hasta el acompañamiento mutuo entre compañeros en momentos difíciles. La calidad humana del equipo y el ambiente de colaboración han sido, sin duda, lo más valioso de todos estos años.